Para que me amaras
maquillé yo mi rostro de negro
y así pintada
ascendí de nuevo al escenario
monstruosa y deformada.
Quería mostrar lo negro
de mi oculto rostro
(Atrás las maquilladas capas).
Quería ser
mimo del terror,
ser fascinante.
Ahora,
de espaldas a ti,
miro el guante negro que cubre
la superficie blanca de mi brazo
de mi brazo níveo de pura porcelana
cristalina de China
y en el cuerpo
delgado y nervioso
el vestido negro que ajusta
como otro guante
la silueta contoneante
de la predilecta lujuriosa.
Un abanico antiguo de conchaperla
remolineo en mi muñeca
y e el aire se muestran
los revueltos pelos de mi axila.
Pero es mi espalda la que te enfrenta, observa,
mi espalda curva
insinuante y desnuda.
maquillé yo mi rostro de negro
y así pintada
ascendí de nuevo al escenario
monstruosa y deformada.
Quería mostrar lo negro
de mi oculto rostro
(Atrás las maquilladas capas).
Quería ser
mimo del terror,
ser fascinante.
Ahora,
de espaldas a ti,
miro el guante negro que cubre
la superficie blanca de mi brazo
de mi brazo níveo de pura porcelana
cristalina de China
y en el cuerpo
delgado y nervioso
el vestido negro que ajusta
como otro guante
la silueta contoneante
de la predilecta lujuriosa.
Un abanico antiguo de conchaperla
remolineo en mi muñeca
y e el aire se muestran
los revueltos pelos de mi axila.
Pero es mi espalda la que te enfrenta, observa,
mi espalda curva
insinuante y desnuda.
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