La escritura de Eugenia Prado habla desde la imposibilidad de la palabra. La palabra cercada, todos estos secretos de infancia son una historia a penas revelada por la confesión, la letra, el epistolario familiar, por el desborde de la escritura. En contraposición a ese no decir, aparece esta revelación que nombra estos “pequeños cuerpos habitados por una lengua”, que se atreve a nombrar desde la multiplicidad de voces y sujetos que entrecruzan e intervienen el discurso de lo silenciado. Aquí aparece la denuncia y el arrojo de trazar esas declaraciones sobre los márgenes de la palabra y por sobre la clausura de estas bocas, rescatadas por la autora desde su propio registro y que operan como marca, como una cicatriz permanente del recuerdo, articulando un testimonio desde el amor y desde el miedo. Los “aterradores objetos” de esta novela, están inscritos desde el reclamo del cuerpo amordazado por la histeria del deseo. “¿Qué haces que me siento que me muero?” de ese amor (terrible) que debe habituarse al encierro. Los primeros deseos que crecen en ausencia de las madres, en ausencia de la autoridad que castiga. En este libro, todos son victimas y cómplices, todos están instalados como resistencia contra el horror de volver a enmudecer. La novelística arriesgada de Eugenia Prado, desafía todas las formas de genero al plasmarse en fragmentos de poesía, documentos, bibliografía, discursos; exigiéndonos una lectura desde esa desconstruccion, para poder dimensionar la significancía radical y la inscripción estética de esta propuesta. Diego Ramírez, poeta.
2 comments:
A pesar de no conocer a la autora ni su obra, le deso mucho éxito, sólo por ser una de las "amigas robadas"
Un abrazo
Señorita perdida à propos, entre tantas siluetas la de la celosa es la más sensual, tiene vastas inquietudes irresueltas que se entremezclan en las latitudes de su lengua, forzando antojos disparados directo a sus dedos cibernéticos, qué sería de esa idea que ya llega, que no sabría desdeñar, ninguna, jamás, siempre todas, sin parar, sin ese MacIntosh suyo, al menos hace diez años... aun tengo el Lóbulo dedicado, y se han construido muchos puentes sobre el agua estancada.
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