AMIGAS ROBADAS Y LA DISEÑADORA DE VESTUARIO

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Este es un blog que se inicio con dos amigas robadas; Rosana Espino y Eugenia Prado. Y que siguió con una ganada: Florencia Smiths

Wednesday, July 28, 2010

No me ignores, Nicolás Poblete


Nicolás Poblete, 1971, es post doctorado en literatura  hispanoamericana (Washington University in St. Louis). Ha publicado, entre otros, los libros Nuestros Desechos, Frivolidades, y, más recientemente No Me Ignores. Actualmente es coordinador del área de Estudios Británicos de la Universidad Chileno Británica de Cultura en Santiago.



El criminal que camina junto a ti 
Por Paola Mosso / La Nación 
En su última obra, Nicolás Poblete retrata al asesino que podría ser tu vecino o el que te roza en el vagón del Metro. Un hombre que trabaja y vive con su pareja, pero que a oscuras violenta a chicas al azar.
Miércoles 28 de julio de 2010 | Cultura

En su próximo proyecto Poblete se acerca personajes más convencionales en una novela “coral”. “Hay un misterio en su centro y una venganza. La metáfora de esta novela es el agua que escasea en una ciudad”, dice.

Sangre y sexo son los grandes pilares de un ex presidiario que desata entre Talca y Santiago sus violaciones con un cuchillo. El criminal sin nombre convive con su novia Doris, una profesora escolar que disfruta del sadomasoquismo y la coca. Junto a ella, hace pebre a sus víctimas y las registra, cual trofeo de cacería, con su Polaroid. “El grito de este asesino es que lo tomen en cuenta, que no lo pasen por alto, que el entorno capte que tiene algún poder: el poder de abusar de otros”, explica el escritor Nicolás Poblete sobre el protagonista de su última obra, “No me ignores” (Cuarto Propio, 210 pág.), que narra desde la voz de un asesino en serie sus crímenes y perversiones.

Para relatar el texto, Poblete -autor de “Nuestros desechos” (2008) y “Frivolidades” (2008)- realizó una cuantiosa investigación de tres años durante su estadía en Estados Unidos, donde realizó un posdoctorado en literatura hispanoamericana. A través de análisis sociológicos y testimonios reales, entre otros, recabó perfiles de asesinos y lenguaje forense. “Tuve que soltar las riendas para darle la mayor verosimilitud posible a este sujeto, por más asqueroso y repugnante que fuera. Pero créeme que no fue fácil, ¡eso sí que fue vencer la barrera del pudor! Sin embargo, es verdad que los traumas y las obsesiones son constantes, porque creo que todos los llevamos”, explica sobre su trabajo de la obsesión, los traumas y el sexo.

-¿Por qué un asesino sin nombre?

-Se trata de no poder situar la identidad a partir de cómo la gente te llama, cómo te haces llamar. Para vivir todos necesitamos un nombre; para relacionarnos o para funcionar en la sociedad. De este modo, no tener nombre es estar perdido, es parecido a carecer de alma. “No me ignores” es, finalmente, el llamado que hace el protagonista, que precisamente no tiene nombre, por lo tanto, lo que necesita, su gran angustia y perversión radica en aquella insignificancia que porta.

-Su condición de asesino en serie y sus inclinaciones sexuales se esconden bajo una fachada de consciente normalidad. ¿Consideras que es frecuente en la sociedad actual que detrás de una cara se esconda un mundo totalmente distinto, a veces perverso y violento?

-Absolutamente. Es el caso de este personaje, que por supuesto es una hipérbole de lo que podría ser cualquier persona en nuestro entorno. Naturalmente es una exageración; sin embargo, estas pulsiones son más corrientes de lo que uno cree, según indican las investigaciones a las que yo tuve acceso. De hecho, si tú piensas, asesinos tan emblemáticos como Ted Bundy, quien se paseaba de lo más pinteado y educado, fue impune mucho tiempo. Hay muchísimos casos de asesinos que siguen operando y que no han sido encontrados. Algunos prácticamente están arrojando señales para que los agarren, para que no los ignoren.

-En su necesidad de registro de vida, tu protagonista frecuentemente tomaba fotografías o videograbaciones, incluso habla de tener su programa de TV. ¿Crees que existe una necesidad de representación en estas formas de comunicación masivas?

-Sí, existe la necesidad de “dejar un testimonio”, a pesar de que es lo más peligroso para el asesino; sin embargo ahí está su paradoja, su propia trampa. Por otra parte, esto tiene el correlato de lo tecnológico, que conlleva una degradación en las relaciones, que es lo que ocurre, por ejemplo, en la pornografía, que te protege del contacto directo. Asimismo, la televisión, especialmente en sus manifestaciones más corrosivas, impone a los televidentes modelos físicos y representaciones “estéticas” y corporales que pueden perjudicar a sujetos más vulnerables o ingenuos, que son atrapados por sus exigencias infinitas, eminentemente consumistas.

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